Martín Jacques Coper, Concejero FECH, FCFM
mjacques@ing.uchile.cl
Nuestra relación histórica y cotidiana como humanidad con el medio ambiente implica una serie de problemas que abarcan un complejo espectro de dimensiones sociales. Desde el cambio climático, que sugiere un alcance global, hasta la manera en que nos responsabilizamos de los desechos producidos en la U (ese vaso plástico que queda junto al Publimetro en la mesa de la esquina y lo retira la tía del aseo), nuestro día a día se construye por interacciones ecológicas, humanas y naturales.
Los estímulos para abordar, discutir e intentar solucionar conflictos de esta especie sobran. De esta forma, y restringiéndonos al ámbito de la Chile, han surgido espontáneamente iniciativas estudiantiles locales, enfocadas en temáticas puntuales que, en varios casos, devienen en grupos más o menos organizados. Éste es el caso de Oikos, de la FCFM, que nació en 2005 para materializar un programa de reciclaje en Beauchef. De manera similar, grupos de defensa animal, de discusión sobre energía y políticas públicas, de difusión de prácticas domésticas como compost y lombricultura, y, principalmente, dedicados al reciclaje, funcionan en sus propias Facultades con distintos grados de impacto en la Comunidad.
La experiencia particular de Oikos en Beauchef nos forzó –¡y muy afortunadamente!- a ampliar nuestras áreas de interés, mientras continuábamos con el engorroso trabajo de lograr una satisfactoria respuesta institucional de las autoridades para el reciclaje. Es así como, a lo largo de estos años, hemos comprendido lo expuesto en un comienzo: todos estos síntomas indican a una sola gran enfermedad, el abuso arrogante de nuestro entorno.
La Universidad, tradicionalmente, ha desconocido la relevancia de este conflicto, imitando el comportamiento general de la sociedad, y no constituye una fuente de propuestas ni de acción para enfrentarlo exitosamente. El rol de los estudiantes en este plano, especialmente ante este escenario, es motivar el debate y la formación en términos ecológicos y generar acción, para demandar, de manera genuina, un reposicionamiento de la Casa de Bello como verdadero núcleo de cambio para el país.
No es extraño que, también en este terreno, parezca que los estudiantes fuéramos los únicos involucrados en la problemática y que casi estuviéramos luchando por intereses propios. Así como poco eco causan las demandas estudiantiles en cuanto a reformas sustanciales en el sistema educacional, menos ruido generamos al exigir que nuestra Universidad opine seriamente, como el principal núcleo académico de Chile, frente a las grandes decisiones ambientales a nivel país, por ejemplo.
Es éste, por lo tanto, uno ejemplo más de la debilidad que como estamento estudiantil tenemos dentro de la U y del país. Si existen intenciones de revertir esta situación, el desafío precisa, por lo menos, dos aspectos claros:
Identificación y aprehensión de la noción de que los problemas ambientales particulares son partes que conforman un solo conflicto, causado en última instancia por la soberbia humana hacia la naturaleza;
Convicción en la fuerza de la unión de iniciativas, voluntades y energía.
De acuerdo a lo anterior, hemos impulsado la creación de EcoUchile, una organización que pretende aglutinar transversalmente las distintas iniciativas locales de la U según los principios ya expuestos, de forma horizontal, e incluyendo también a todos los compañeros que, de manera individual, tienen inquietud y entusiasmo por aportar en esta área. La apuesta final es validar nuestro trabajo y alcanzar la creación, con carácter institucional, de una Secretaría Abierta de Asuntos Ecológicos en la FECh. Ésta es una estrategia que busca, por un lado, otorgar una plataforma consolidada para un movimiento que –prejuiciosamente- ha sido tildado de hippie y superficial y que, por otro lado, pretende infundir algo de nueva vida y actividad a nuestra alicaída Federación.
EcoUchile ya se encuentra en movimiento, con un gran impulso inicial. Lo importante ahora es aumentar el momentum.
mjacques@ing.uchile.cl
Nuestra relación histórica y cotidiana como humanidad con el medio ambiente implica una serie de problemas que abarcan un complejo espectro de dimensiones sociales. Desde el cambio climático, que sugiere un alcance global, hasta la manera en que nos responsabilizamos de los desechos producidos en la U (ese vaso plástico que queda junto al Publimetro en la mesa de la esquina y lo retira la tía del aseo), nuestro día a día se construye por interacciones ecológicas, humanas y naturales.
Los estímulos para abordar, discutir e intentar solucionar conflictos de esta especie sobran. De esta forma, y restringiéndonos al ámbito de la Chile, han surgido espontáneamente iniciativas estudiantiles locales, enfocadas en temáticas puntuales que, en varios casos, devienen en grupos más o menos organizados. Éste es el caso de Oikos, de la FCFM, que nació en 2005 para materializar un programa de reciclaje en Beauchef. De manera similar, grupos de defensa animal, de discusión sobre energía y políticas públicas, de difusión de prácticas domésticas como compost y lombricultura, y, principalmente, dedicados al reciclaje, funcionan en sus propias Facultades con distintos grados de impacto en la Comunidad.
La experiencia particular de Oikos en Beauchef nos forzó –¡y muy afortunadamente!- a ampliar nuestras áreas de interés, mientras continuábamos con el engorroso trabajo de lograr una satisfactoria respuesta institucional de las autoridades para el reciclaje. Es así como, a lo largo de estos años, hemos comprendido lo expuesto en un comienzo: todos estos síntomas indican a una sola gran enfermedad, el abuso arrogante de nuestro entorno.
La Universidad, tradicionalmente, ha desconocido la relevancia de este conflicto, imitando el comportamiento general de la sociedad, y no constituye una fuente de propuestas ni de acción para enfrentarlo exitosamente. El rol de los estudiantes en este plano, especialmente ante este escenario, es motivar el debate y la formación en términos ecológicos y generar acción, para demandar, de manera genuina, un reposicionamiento de la Casa de Bello como verdadero núcleo de cambio para el país.
No es extraño que, también en este terreno, parezca que los estudiantes fuéramos los únicos involucrados en la problemática y que casi estuviéramos luchando por intereses propios. Así como poco eco causan las demandas estudiantiles en cuanto a reformas sustanciales en el sistema educacional, menos ruido generamos al exigir que nuestra Universidad opine seriamente, como el principal núcleo académico de Chile, frente a las grandes decisiones ambientales a nivel país, por ejemplo.
Es éste, por lo tanto, uno ejemplo más de la debilidad que como estamento estudiantil tenemos dentro de la U y del país. Si existen intenciones de revertir esta situación, el desafío precisa, por lo menos, dos aspectos claros:
Identificación y aprehensión de la noción de que los problemas ambientales particulares son partes que conforman un solo conflicto, causado en última instancia por la soberbia humana hacia la naturaleza;
Convicción en la fuerza de la unión de iniciativas, voluntades y energía.
De acuerdo a lo anterior, hemos impulsado la creación de EcoUchile, una organización que pretende aglutinar transversalmente las distintas iniciativas locales de la U según los principios ya expuestos, de forma horizontal, e incluyendo también a todos los compañeros que, de manera individual, tienen inquietud y entusiasmo por aportar en esta área. La apuesta final es validar nuestro trabajo y alcanzar la creación, con carácter institucional, de una Secretaría Abierta de Asuntos Ecológicos en la FECh. Ésta es una estrategia que busca, por un lado, otorgar una plataforma consolidada para un movimiento que –prejuiciosamente- ha sido tildado de hippie y superficial y que, por otro lado, pretende infundir algo de nueva vida y actividad a nuestra alicaída Federación.
EcoUchile ya se encuentra en movimiento, con un gran impulso inicial. Lo importante ahora es aumentar el momentum.
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